* “¿Qué andaban haciendo los niños ahí con los padres?”; reprocha
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Chilapa de Álvarez Gro. 16 de febrero de 2020.- “Yo creo que casi todos estamos con los padres de los 43 normalistas, pero también no estamos de acuerdo cuando en ocasiones comenten actos vandálicos y reprobables”; señaló Salvador Rangel Mendoza, Obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, sobre la agresión que sufrió la brigada de Ayotzinapa en Chiapas.
Mencionó que “se tiene que guardar el orden y la disciplina”, porque a nadie está permitido estar fuera de la ley y mucho menos hacer actos vandálicos.
“Aunque haya sido la Guardia Nacional quienes los haya reprimido, yo pienso que es un órgano de orden que si comenten ilícitos, ellos tienen que poner disciplina”; justificó.
Sobre la agresión que sufrieron los niños que iban con los padres de los 43 normalistas, Rangel Mendoza dijo que “no le extraña”, porque en Guerrero hay organizaciones que involucran a menores de edad, como es el caso de los niños en Alcozacán.
“Yo digo siempre hay que apegarnos a la verdad y a la justicia. ¿Qué andaban haciendo los niños ahí con los padres? Aquí tienen la culpa los mayores porque están siendo utilizados los niños”, acusó.
Desplazados
En entrevista después de la misa de una de la tarde en la catedral de Chilapa, el prelado católico lamentó que miles de personas estén siendo desplazadas por la violencia en Zirándaro.
Aseguró que ahí no se pueden poner de acuerdo los gobiernos: “tengo entendido que en Zirándaro son de un partido político que no se han podido entender con el gobierno estatal y esos desplazados. Yo pienso que ha habido complacencia de que sucedan esas cosas”, dijo.
Ejemplificó que lo mismo que está pasando con los desplazados en Zirándaro está sucediendo con los desplazados de la Sierra: Filo de Caballo, Los Morros y Campo de Aviación.
Salvador Rangel consideró que hay intereses pactados que es lo que hace que la autoridad no pueda meter mano.
Anunció que el miércoles 19 irá a la comunidad de Alcozacán a celebrar la misa de la una de la tarde, pero se quiere hacer un acto donde irán otras religiones, entre ellos los presbiterianos, para dar un ejemplo de paz y unidad.