Juan Blanco | API Guerrero | Chilpancingo, Gro | 7 de septiembre de 2022
A un año del terremoto de 7.1 que se registró en Acapulco y que estremeció también a municipios de la Costa Chica, Costa Grande y Centro de Guerrero, muchas familias damnificadas continúan sin recibir ayuda del Gobierno. Por ejemplo, en la vivienda de la familia Pérez Barrera, en Chilpancingo, es palpable el deterioro por los daños que sufrió.
Otro sismo con la misma magnitud o incluso menor, posiblemente provocaría el desplome de los muros de adobe y el techo de lámina galvanizada que está sobre una capa de viejas tablas de madera.
La vivienda tiene una antigüedad de 100 años aproximadamente. Se encuentra ubicada en el tradicional barrio de San Antonio, a unos metros de la iglesia del mismo nombre, frente al parque principal, al oriente de la capital guerrerense.
De acuerdo con la señora Priscila Pérez Barrera, la casa donde habitan fue heredada hace muchos años a sus cuatro hijos mayores y a su hija menor, por sus bisabuelos, antes de que murieran.
Sin embargo, su herencia pudiera reducirse a sólo escombros como ocurrió con una de sus paredes tras el fuerte temblor, que también le provocó varias cuarteaduras que su esposo, dice doña Priscila, ha ido sellando con cemento.
Comenta que su familia fue una de las decenas de damnificadas y una de las beneficiadas con los apenas 10 mil pesos de apoyo que estuvo entregando el Gobierno Federal en ese entonces, a través de la Secretaría del Bienestar, para reparar los daños a su domicilio particular.
No obstante, manifiesta estar inconforme dado que el dinero “no nos alcanzó” para reconstruir en su totalidad las partes afectadas, de modo que ellos con sus propios recursos la han ido arreglando conforme van pudiendo, dice.
Pero no sólo les entregaron un raquítico apoyo si se considera que los materiales como el cemento y la varilla, están muy caros en las tiendas, sino que ni siquiera las autoridades municipales y estatales realizaron un dictamen para ver el estado estructural en la que se encontraba su casa, señala.
Doña Priscila, quien suele lavar ropa ajena y realizar otras labores domésticas para ganarse algunos pesos, puesto que a su esposo no le pagan bien como “chalán de albañil”, pide a la alcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez, y a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, su apoyo, para seguir reparando su vivienda.
Y es que, desde aquel suceso siguen viviendo con miedo pues corre el riesgo de que colapse en caso de otro terremoto similar o peor del 7 de septiembre de 2021, que causó además de tres personas muertas, edificios públicos y privados dañados, especialmente en Acapulco donde se originó el epicentro.